Patria de la “Fermosa Vaquera” que cantara el Marqués de Santillana. Hinojosa del Duque es un pueblo de grandeza, en su historia y monumentalidad como así lo deja patente la Iglesia de San Juan Bautista “Catedral de la Sierra”, uno de los conjuntos histórico-artísticos más importantes de la provincia, y las incontables ermitas que se extienden por el pueblo y por sus alrededores y que son escenario de veneración y regocijo popular cuando llega la primavera, destacando entre todas la Romería de la Virgen de la Antigua, la patrona. En este pueblo la gastronomía cobra un protagonismo especial, unida siempre a las fiestas religiosas y civiles: relleno, sopa dorada, ajoblanco, lechón frito… y entre la dulcería, de gran proyección comercial, las perrunas. Gran tradición artesanal tienen la forja y la alfarería aunque ya en menor medida que antaño.

Esta localidad ofrece uno de los conjuntos monumentales más notables del norte de la provincia de Córdoba. Vinculada a la casa condal de Belalcázar desde 1.444, se convirtió en el municipio más importante del citado señorío gracias a las virtudes de sus tierras que desde tiempo inmemorial han sido aprovechadas mediante cultivos de cereal, permitiendo al mismo tiempo una amplia dedicación ganadera. Esta singularidad histórica está muy presente en el carácter de sus gentes y en las formas constructivas de sus edificios más emblemáticos. Como ocurre con el Convento de la Purísima Concepción con dos portadas de estilo clásico construidas en el siglo XVI, o la Fuente del Pilar, durante siglos parada obligada para los pastores trashumantes y centro de la feria de ganado. Dentro del casco urbano también hay que mencionar otras construcciones como las ermitas de Santa Ana (Monumento Histórico Artístico), San Isidro, San Gregorio, o las parroquias de San Sebastián y San Isidro Labrador. Muy cerca del casco urbano, la ermita del Cristo de las Injurias ofrece vistas en el medio rural denotan mayor antigüedad, como ocurre con la de la Virgen de la Antigua o San Benito, que aparecen mencionadas en el libro de monterías de Alfonso XI. Una situación que vuelve a repetirse en las de San Bartolomé y Santo Domingo.