
Bitrawsh, el árabe, junto a Cabra y Córdoba vivió su gran esplendor en la época musulmana. En sus recónditas y blancas calles uno se traslada a la época de Fash al-Ballut, el Valle de las Bellotas que llamaban. Capital de las Siete Villas, da nombre a la comarca manteniendo su poderío de antaño como refleja la imponente torre renacentista de la iglesia del Salvador que majestuosa se levanta regia hacia el cielo entre un mar de encinas y cercados, otero de la comarca.
En la Ermita de la Virgen de Piedrasantas, patrona de Pedroche, se reunían hace tres siglos los alcaldes de las “Siete Villas de Los Pedroches” para tratar asuntos de interés común. En su honor celebra Pedroche sus fiestas mayores donde son dignos de ver los “piostros”, jinetes que montan cabalgaduras adornadas con bellas mantas, también llamadas piostros.
Pedroche, la antigua Baedro romana, gozó igualmente de una preeminencia muy destacada en la zona durante el dominio árabe bajo la denominación de Bitrawsh, siendo uno de los poblados más importantes de aquel período y convirtiéndose en una de las capitales de la cora de Fash al-Ballut. Este rango se vió respaldado tras la reconquista cristiana, ya que muchos de sus habitantes fueron los encargados de fundar gran parte de las localidades de la zona. Un hecho que provocó que durante siglos se convocasen en la ermita de la Virgen de Piedrasantas los concejos de las Siete Villas de Los Pedroches para determinar el régimen de explotación de las tierras comunales y hacer frente a problemas de carácter comarcal. El pasado medieval de esta villa ha quedado muy patente en su entramado urbano con un conjunto de calles que en su día formaron parte de la antigua judería de Pedroche. Como prueba de este pasado de esplendor han quedado ermitas como las de San Sebastián, Santa María, en cuyo interior diversas excavaciones arqueológicas han logrado recatar un importante conjunto de pinturas murales, y la iglesia Conventual de la Inmaculada Concepción, un monasterio fundado en el siglo XVI.